No
No es no, y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No.
Se dice una sola vez,
No.
Con la misma entonación,
No.
Como un disco rayado,
No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones,
no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No, para el otro porque ya lo fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No, no me deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo
se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios,
ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha,
ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos;
ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque no.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará
naturalmente de los labios.
La voz del No, no es tremula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.
sábado, 29 de octubre de 2011
sábado, 22 de octubre de 2011
EL ARROYO !!!! Ana C de Rey
Ese arroyo que corre sin parar,
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
En vapor convertida
el agua del mar sube,
y luego, por los vientos impelida,
forma la inquieta nube.
Y la nube se extiende
con sus senos hinchados,
y en lluvia, disolviéndose, desciende
sobres montes y prados.
La lluvia descendida
se reúne en los hoyos,
pero busca al momento la salida
y forma los arroyos.
Y el arroyo corriendo sin parar
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
En vapor convertida
el agua del mar sube,
y luego, por los vientos impelida,
forma la inquieta nube.
Y la nube se extiende
con sus senos hinchados,
y en lluvia, disolviéndose, desciende
sobres montes y prados.
La lluvia descendida
se reúne en los hoyos,
pero busca al momento la salida
y forma los arroyos.
Y el arroyo corriendo sin parar
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
domingo, 9 de octubre de 2011
UN CUENTO DE SILVIA FREIRE - Historias de amor: 5944
Una mujer que se llevaba muy mal con su esposo sufre un paro cardíaco. Casi a punto de morir, un ángel se presenta ante ella para decirle que, evaluando sus buenas acciones y sus errores no podrá entrar al cielo; y le propone permitirle estar en la tierra unos días más hasta lograr cumplir con las buenas acciones que le faltan. La mujer acepta el trato y se encuentra otra vez en su hogar frente a su esposo.
El hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo que estaban peleados.
Ella pensó: me convendría hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace tiempo dejé de cocinarle... El ahora está planchando su camisa para salir a trabajar… le daré una sorpresa.
Cuando el hombre se va, ella empieza a lavar y planchar toda la ropa de él. Prepara una rica comida, pone flores en la mesa con unos candelabros, y un cartel en el sofá que dice: “Quizá estés más cómodo durmiendo en la cama que fue nuestra. Esa cama donde el amor concibió a los hijos que me diste, donde tantas noches los abrazos cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese amor, aún con vida, nos espera en esa cama; si pudieras perdonar todos mis errores, allí nos encontraremos.
Tu esposa”
Cuando terminó de escribir el último renglón “…si pudieras perdonar todos mis errores”… pensó: me he vuelto loca! Todavía voy a pedirle perdón?! Él fue quién empezó a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía trabajo. Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos haciendo malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido. Él empezó a tomar, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los pobres niños que sólo querían jugar. Él empezó a gritarme cuando yo le decía que así no podíamos seguir, que yo necesitaba dinero para mis hijos. Él lo arruinó todo; y ahora yo tengo que pedirle perdón?!
Enfurecida rompió la carta y escuchó la voz del ángel que decía: “Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario arderás eternamente en el infierno”.
La mujer pensó: -Valdrá la pena- y rehizo la carta agregando aún más palabras cariñosas: … “No supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación al quedarte sin empleo, luego de tantos años con un sueldo seguro en esa fábrica! Debiste haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de “cuando me jubile haremos…” Cuántas cosas querías hacer al jubilarte!
Pude haberte impulsado a que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en ese taxi.
Ahora recuerdo aquella noche de locura cuando prendí fuego todas las telas de los cuadros que pintabas. En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en el galpón, gastando nuestro dinero en pomos de pintura para nada. Debí haberte impulsado a venderlos. Eran realmente hermosos! Estaba desesperada, yo también me sentía segura con el sueldo de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.
Por favor perdoname mi amor. Te prometo que todo será diferente.
Te amo. Tu esposa”
Cuando el marido regresó del trabajo, ya al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en el sofá.
Cuando la mujer salió de la cocina con la fuente en la mano lo encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó la fuente, corrió a abrazarlo y no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, el la alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras en la casa.
Él la ayudó a levantar la mesa como siempre lo hacía, y mientras ella lavaba los platos, vió por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió llorando y le dijo: - Por favor ángel, intercede por mí. No quiero solo a este hombre en este día. Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros. Te prometo que en poco tiempo, él estará feliz, seguro; y ahí si podré ir adonde me lleves.
El ángel contestó: -No tengo que llevarte a ningún lado, Mujer. Ya estás en el cielo, te lo has ganado. Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo siempre está al alcance de tu mano.
La mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba: “Mi amor, hace frío, vení a acostarte, mañana será otro día…”
Si, pensó, definitivamente mañana será otro el día. UN CUENTO DE SILVIA FREIRE - Historias de amor: 5944
El hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo que estaban peleados.
Ella pensó: me convendría hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace tiempo dejé de cocinarle... El ahora está planchando su camisa para salir a trabajar… le daré una sorpresa.
Cuando el hombre se va, ella empieza a lavar y planchar toda la ropa de él. Prepara una rica comida, pone flores en la mesa con unos candelabros, y un cartel en el sofá que dice: “Quizá estés más cómodo durmiendo en la cama que fue nuestra. Esa cama donde el amor concibió a los hijos que me diste, donde tantas noches los abrazos cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese amor, aún con vida, nos espera en esa cama; si pudieras perdonar todos mis errores, allí nos encontraremos.
Tu esposa”
Cuando terminó de escribir el último renglón “…si pudieras perdonar todos mis errores”… pensó: me he vuelto loca! Todavía voy a pedirle perdón?! Él fue quién empezó a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía trabajo. Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos haciendo malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido. Él empezó a tomar, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los pobres niños que sólo querían jugar. Él empezó a gritarme cuando yo le decía que así no podíamos seguir, que yo necesitaba dinero para mis hijos. Él lo arruinó todo; y ahora yo tengo que pedirle perdón?!
Enfurecida rompió la carta y escuchó la voz del ángel que decía: “Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario arderás eternamente en el infierno”.
La mujer pensó: -Valdrá la pena- y rehizo la carta agregando aún más palabras cariñosas: … “No supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación al quedarte sin empleo, luego de tantos años con un sueldo seguro en esa fábrica! Debiste haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de “cuando me jubile haremos…” Cuántas cosas querías hacer al jubilarte!
Pude haberte impulsado a que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en ese taxi.
Ahora recuerdo aquella noche de locura cuando prendí fuego todas las telas de los cuadros que pintabas. En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en el galpón, gastando nuestro dinero en pomos de pintura para nada. Debí haberte impulsado a venderlos. Eran realmente hermosos! Estaba desesperada, yo también me sentía segura con el sueldo de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.
Por favor perdoname mi amor. Te prometo que todo será diferente.
Te amo. Tu esposa”
Cuando el marido regresó del trabajo, ya al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en el sofá.
Cuando la mujer salió de la cocina con la fuente en la mano lo encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó la fuente, corrió a abrazarlo y no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, el la alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras en la casa.
Él la ayudó a levantar la mesa como siempre lo hacía, y mientras ella lavaba los platos, vió por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió llorando y le dijo: - Por favor ángel, intercede por mí. No quiero solo a este hombre en este día. Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros. Te prometo que en poco tiempo, él estará feliz, seguro; y ahí si podré ir adonde me lleves.
El ángel contestó: -No tengo que llevarte a ningún lado, Mujer. Ya estás en el cielo, te lo has ganado. Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo siempre está al alcance de tu mano.
La mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba: “Mi amor, hace frío, vení a acostarte, mañana será otro día…”
Si, pensó, definitivamente mañana será otro el día. UN CUENTO DE SILVIA FREIRE - Historias de amor: 5944
sábado, 1 de octubre de 2011
LA FLAUTA !!! Fernán Silva Valdés
Esta caña
que he encontrado en el campo,
me la llevo a mi casa;
ha de servir para algo.
En los tiempos heroicos
de mis antepasados,
una caña como ésta, fuerte y larga,
solamente servía para hacer una lanza.
Pero yo, no siendo hombre de guerra,
¿para qué quiero lanzas?
Yo con ella me voy a hacer una picana;
y si sobre un pedazo...
y si sobra un pedazo he de hacerme una flauta.
de "Poesías y leyendas para niños"
Picana: vara para aguijar a los bueyes.
que he encontrado en el campo,
me la llevo a mi casa;
ha de servir para algo.
En los tiempos heroicos
de mis antepasados,
una caña como ésta, fuerte y larga,
solamente servía para hacer una lanza.
Pero yo, no siendo hombre de guerra,
¿para qué quiero lanzas?
Yo con ella me voy a hacer una picana;
y si sobre un pedazo...
y si sobra un pedazo he de hacerme una flauta.
de "Poesías y leyendas para niños"
Picana: vara para aguijar a los bueyes.
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