Ese arroyo que corre sin parar,
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
En vapor convertida
el agua del mar sube,
y luego, por los vientos impelida,
forma la inquieta nube.
Y la nube se extiende
con sus senos hinchados,
y en lluvia, disolviéndose, desciende
sobres montes y prados.
La lluvia descendida
se reúne en los hoyos,
pero busca al momento la salida
y forma los arroyos.
Y el arroyo corriendo sin parar
vuelve, niña, a su origen, que es el mar.
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