Púsose la nariz malhumorada
y dijo a los dos ojos:
"Ya me tienen ustedes jorobada
cargando los anteojos.
Para mí no se han hecho. Que los sude
el que por ellos mira."
Y diciendo y haciendo, se sacude
y a las calle los tira.
Su dueño sigue andando y como es miope,
da un tropezón y cae
y la nariz aplástase... y del tope
a los ojos sustrae.
Sirviendo a los demás, frecuentemente,
se sirve uno así mismo
y siempre cuesta caro el imprudente
selvático egoísmo.
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hasta que lo encontre
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