Un día estaba yo triste, muy tristemente
viendo como caía el agua de la fuente;
era la noche dulce y argentina. lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el crespúculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.
Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.
Poesía, tomo II
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
donde escribió este poema Rubén Darío y en que año
ResponderEliminar